Hoy conmemoramos el aniversario número 144 del Combate de Angamos. Un 8 de octubre de 1879, alrededor del mediodía, el Huáscar es ocupado por fuerzas chilenas y tomado como trofeo de guerra. Para ese entonces, el Almirante Miguel Grau Seminario ya había perecido producto de un cañonazo enemigo, pero es como si su espíritu hubiera tomado control de ese barco, que aún con él muerto continuó defendiéndose de los ataques chilenos por parte de los buques Cochrane y Blanco Encalada. Es más, podríamos decir que el espíritu de Miguel Grau persiste existiendo en nosotros, en todos los peruanos. 

En medio de la actual coyuntura política, social, económica, cultural, entre otras coyunturas que nos dan más que dolores de cabeza todos los días, recordar al espíritu de Miguel Grau es algo que deberíamos hacer más a menudo. Miguel María Grau Seminario nació en Piura un 27 de julio de 1834, un día antes del aniversario número 13 de nuestra historia como república. Su vida estuvo marcada por el mar, pero sobre cualquier cosa, el incesante deseo de seguir adelante sin rendirse. En 1855 fue partícipe de la revuelta liderada por el General Vivanco contra el gobierno de Ramón Castilla, revolución que falló y ocasionó que Grau sea expulsado de la Armada. Pero él tomó esta expulsión como una oportunidad, no como una mala noticia. Por dos años trabajó para el sector comercial, viajando por todo el mundo, ampliando su conocimiento de la navegación, cosa que le sirvió años después. 

Previo a la guerra con Chile, el Perú tenía un tratado de defensa mutua al haber avistado buques españoles en aguas cercanas. Ya con la guerra declarada ante España en 1866, Grau al comando de la fragata Unión entra en combate con fuerzas españolas que fueron neutralizadas exitosamente bajo su mando. Aún con el tiempo que estuvo fuera de los combates, la amplia experiencia que recolectó en sus viajes comerciales lo hizo ser un destacado entre sus colegas.

Años después, después de darse otro descanso de los mares al incursionar en la política, fue nombrado Comandante General de la Marina, y poco tiempo después la Guerra con Chile estalló. Miguel Grau comandó el Huáscar, el segundo buque de guerra acorazado de la historia mundial, de una manera en que era una especie de muro entre el mar peruano y el chileno. Aun con la pérdida de otros buques y fragatas, el Huáscar continuaba peleando y limitando el movimiento marítimo chileno. Buques como el “Esmeralda” fueron hundidos bajo el mando de Grau, el mismo que ordenó que rescaten a la tripulación sobreviviente del navío derribado.

Esto es especialmente importante, Grau era alguien que mantenía un gran nivel de caballerismo en sus acciones. Su incursión en la política se debió a una denuncia que él levantó contra acciones inconstitucionales producto del golpe de estado orquestado por los hermanos Gutierrez. En sus acciones siempre había nobleza, y qué mejor muestra que rescatar a los sobrevivientes del barco enemigo como muestra de piedad. 

Sin embargo, el ser tan fuerte, noble e importante para la campaña es una espada de doble filo. Los chilenos ya habían cultivado una enorme antipatía y odio a Grau y el Huáscar. En la Batalla de Angamos que conmemoramos hoy, nuestro buque fue emboscado. Miguel Grau no decidió escapar, él quiso luchar contra el enemigo y salir victorioso o morir luchando. Alrededor de las 9:50am, Grau pierde la vida producto de un cañonazo enemigo. Pero eso no significó el final del combate, es más, lo avivó. El Huáscar, sin su comando, continuó luchando por más de una hora, como si el espíritu de Grau lo hubiera poseído. Solo paró cuando marinos chilenos ingresaron al barco, y aún así nuestros marineros peruanos arrojaron sus sables al mar para no ser capturados. Aun en la derrota, no nos rendimos.

Y eso es algo muy peculiar para gente que no conoce el feriado, mayormente no peruanos. Les intriga que celebremos un día en el que fuimos derrotados y perdimos a uno de los mejores marinos de nuestra historia. Pero pienso que esta celebración es más una celebración del ímpetu de Grau que vemos reflejado hasta el día de hoy, o especialmente el día de hoy.

En medio de diferentes crisis políticas, sociales y económicas, nosotros seguimos adelante, seguimos batallando en esta guerra que se llama  vida. Los precios suben y bajan, los gobiernos cambian y las quejas se hacen más grandes, pero nos seguimos levantando todos los días a trabajar y/o estudiar porque eso es lo que debemos hacer, no rendirnos. La creatividad peruana es inmensa, más grande que los problemas que nos aquejan todos los días; somos capaces de hacer que situaciones malas se conviertan en oportunidades de progreso. Por eso, hoy 8 de octubre, más que la derrota que conlleva el hundimiento del Huáscar, pensemos en el gran valor y coraje de Miguel Grau, y en cómo lo podemos poner en práctica diariamente. 

(Imagen de ANDINA: andina.pe)

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